El tema, aunque es añejo dejó secuelas para las próximas décadas.
En 2010 inició el periodo morenovallista que nunca fue propiamente un régimen político; más bien era un modelo de negocios al amparo del poder.
La crisis de Seguridad Pública que hoy lesiona a la sociedad inició precisamente con la simulación del entonces fiscal Víctor Carrancá Bourget y los mandos policiacos que llegaron en ese periodo.
Con el morenovallismo se desbordó la industria criminal del huachicol y todas las actividades delictivas que crecieron a la par: asaltos en carreteras, robo de vehículos, venta de mercancía robada y un delito que no se veía desde tiempos de la Revolución, el robo a trenes.
En el municipio de Cañada Morelos, Puebla, estaban las bodegas repletas de mercancía robada a los trenes que descarrilaban. Se debe subrayar que en aquellos años del morenovallismo no hubo un solo sentenciado por esos atentados al ferrocarril.
Sin embargo, grandes sectores sociales, principalmente los habitantes de la Angelópolis, se quedaron con la impresión de una Puebla distinta. Los edificios del CIS y el Museo Internacional Barroco fueron los emblemas de un gobierno que se mostraba como innovador y modernista.
Eso fue porque en su momento poco se dijo de las enormes deudas que generaron las obras faraónicas.
10 mil 371 millones de pesos es la descomunal factura que el morenovallismo dejó a los poblanos. Una cantidad que rebasa por mucho los cálculos de cualquier ciudadano común.
Mil millones ya es una cifra exorbitante y hay que multiplicarla por 10.
Los edificios del Centro Integral de Servicios, CIS en vía Atlixcáyotl, el Museo Barroco y la plataforma Audi dejaron endeudada a la administración pública por décadas.
Desde hace unos días el gobernador Alejandro Armenta exhibió los datos y las cantidades que rebasan todo lo antes visto.
Al tiempo anunció una renegociación de la deuda del Museo Barroco. Luego de una reunión con la familia Hank Rhon, propietaria de Grupo Hermes, el gobernador Armenta logró reducir el monto a menos de la mitad.
Anteriormente se tenían que pagar 4 mil 600 millones de pesos hasta el año 2039. Ahora la deuda quedó en 2 mil millones.
Fue una negociación sin precedente. Con una firme voluntad política se logró reducir la deuda a menos del 50 por ciento.
Pero no solo eso. El mandatario adelantó que está en revisión el contrato con la empresa Concesiones Integrales SA, con el nombre comercial Agua de Puebla y señaló que “habrá sorpresas”.
Calificó el acuerdo jurídico como un “contrato leonino” y se presume que están buscando las opciones para detener el mayor abuso al que están sometidos los ciudadanos de Puebla capital.
Poco se ha dicho que en su momento el morenovallismo pretendió extender la operación de Agua de Puebla a los municipios de San Martín Texmelucan, Tehuacán, Atlixco y Teziutlán.
El daño a miles de familias hubiera sido devastador.
Con estas acciones el gobernador Armenta está realizando un juicio moral al morenovallismo.
Los responsables del mayor saqueo en la historia de Puebla están ausentes y no pueden ser llevados ante un tribunal, pero el juicio moral y la condena de los ciudadanos será implacable.
El término es preciso, fue el mayor saqueo en la historia y hoy Armenta trata de recuperar la dignidad de Puebla renegociando acuerdos que solo obedecieron a intereses personalísimos.
Al morenovallismo nunca le importó embargar el futuro de Puebla hasta los años 2039 o 2040. Para ellos la política solo fue un gran negocio.
Hoy aquel morenovallismo que se sentía incontenible está en el banquillo histórico de los acusados.
Conforme avance el sexenio se darán a conocer otras aberraciones del pasado.
Como siempre quedo a sus órdenes.
X @CupulaPuebla